domingo, 27 de noviembre de 2011

Mira, Zaide, que te aviso...

 Mira, Zaide, que te aviso
que no pases por mi calle,
ni hables con mis mujeres,
ni con mis cautivos trates;
ni preguntes en qué entiendo,
ni quién viene a visitarme,
qué fiestas me dan contento
o qué colores me placen.
Basta que son por tu causa
las que en el rostro me salen,
corrida de haber mirado
moro que tan poco sabe.
Confieso que eres valiente,
que hiendes, rajas y partes
y que has muerto más cristianos
que tienes gotas de sangre;
que eres gallardo jinete,
que danzas, cantas y tañes,
gentilhombre, bien criado
cuanto puede imaginarse;
blanco, rubio por extremo,
señalado por linaje.
Y pierdo mucho en perderte,
y gano mucho en amarte,
y que si nacieras mudo
fuera posible adorarte.
Y por este inconveniente
determino de dejarte:
que eres pródigo de lengua
y amargan tus libertades.
Y habrá menester ponerte
quien quisiera sustentarte
un alcázar en el pecho
y en los labios un alcaide.
Mucho pueden con las damas
los galanes de tus partes:
porque los quieren briosos,
que rompan y que desgarren.
Mas, tras esto, Zaide, amigo,
si algún convite te hacen,
al plato de sus favores
quieren que comas y calles.
Costoso fue el que te hice,
venturoso fueras, Zaide,
si conservarme supieras
como supiste obligarme.
Apenas fuiste salido
de los jardines de Tarfe
cuando hiciste de la tuya
y de mi desdicha alarde.
A un morito malnacido
me dicen que le enseñaste
la trenza de mis cabellos
que te puse en el turbante.
No quiero que me la vuelvas,
ni quiero que me la guardes,
mas quiero que entiendas, moro,
que en mi desgracia la traes.
También me certificaron
cómo le desafiaste 
por las verdades que dijo
que nunca fueran verdades.
De mala gana me río,
¡qué donoso disparate!
No guardas tú tu secreto
¿y quieres que otro lo guarde?
No quiero admitir disculpa,
otra vez vuelvo a avisarte
que esta será la postrera
que me hables y te hable.
Dijo la discreta Zaida
a un altivo abencerraje,
y al despedirse repite:
"Quien tal hace,
que tal pague."

Lope de Vega, S.XVII

domingo, 20 de noviembre de 2011

¡Un homenaje a todas nosotras!

Me pasaron hace tiempo este artículo y hoy he vuelto a leerlo. Va para todas esas chicas que sueñan escondidas entre las páginas de un libro. ¡Enhorabuena, somos especiales!

Sal con una chica que no lee (Por Charles Warnke)

Sal con una chica que no lee. Encuéntrala en medio de la fastidiosa mugre de un bar del medio oeste. Encuéntrala en medio del humo, del sudor de borracho y de las luces multicolores de una discoteca de lujo. Donde la encuentres, descúbrela sonriendo y asegúrate de que la sonrisa permanezca incluso cuando su interlocutor le haya quitado la mirada. Cautívala con trivialidades poco sentimentales; usa las típicas frases de conquista y ríe para tus adentros. Sácala a la calle cuando los bares y las discotecas hayan dado por concluida la velada; ignora el peso de la fatiga. Bésala bajo la lluvia y deja que la tenue luz de un farol de la calle los ilumine, así como has visto que ocurre en las películas. Haz un comentario sobre el poco significado que todo eso tiene. Llévatela a tu apartamento y despáchala luego de hacerle el amor. Tíratela.

Deja que la especie de contrato que sin darte cuenta has celebrado con ella se convierta poco a poco, incómodamente, en una relación. Descubre intereses y gustos comunes como el sushi o la música country, y construye un muro impenetrable alrededor de ellos. Haz del espacio común un espacio sagrado y regresa a él cada vez que el aire se torne pesado o las veladas parezcan demasiado largas. Háblale de cosas sin importancia y piensa poco. Deja que pasen los meses sin que te des cuenta. Proponle que se mude a vivir contigo y déjala que decore. Peléale por cosas insignificantes como que la maldita cortina de la ducha debe permanecer cerrada para que no se llene de ese maldito moho. Deja que pase un año sin que te des cuenta. Comienza a darte cuenta.

Concluye que probablemente deberían casarse porque de lo contrario habrías perdido mucho tiempo de tu vida. Invítala a cenar a un restaurante que se salga de tu presupuesto en el piso cuarenta y cinco de un edificio y asegúrate de que tenga una vista hermosa de la ciudad. Tímidamente pídele al mesero que le traiga la copa de champaña con el modesto anillo adentro. Apenas se dé cuenta, proponle matrimonio con todo el entusiasmo y la sinceridad de los que puedas hacer acopio. No te preocupes si sientes que tu corazón está a punto de atravesarte el pecho, y si no sientes nada, tampoco le des mucha importancia. Si hay aplausos, deja que terminen. Si llora, sonríe como si nunca hubieras estado tan feliz, y si no lo hace, igual sonríe.

Deja que pasen los años sin que te des cuenta. Construye una carrera en vez de conseguir un trabajo. Compra una casa y ten dos hermosos hijos. Trata de criarlos bien. Falla a menudo. Cae en una aburrida indiferencia y luego en una tristeza de la misma naturaleza. Sufre la típica crisis de los cincuenta. Envejece. Sorpréndete por tu falta de logros. En ocasiones siéntete satisfecho pero vacío y etéreo la mayor parte del tiempo. Durante las caminatas, ten la sensación de que nunca vas regresar, o de que el viento puede llevarte consigo. Contrae una enfermedad terminal. Muere, pero solo después de haberte dado cuenta de que la chica que no lee jamás hizo vibrar tu corazón con una pasión que tuviera significado; que nadie va a contar la historia de sus vidas, y que ella también morirá arrepentida porque nada provino nunca de su capacidad de amar.

Haz todas estas cosas, maldita sea, porque no hay nada peor que una chica que lee. Hazlo, te digo, porque una vida en el purgatorio es mejor que una en el infierno. Hazlo porque una chica que lee posee un vocabulario capaz de describir el descontento de una vida insatisfecha. Un vocabulario que analiza la belleza innata del mundo y la convierte en una alcanzable necesidad, en vez de algo maravilloso pero extraño a ti. Una chica que lee hace alarde de un vocabulario que puede identificar lo espacioso y desalmado de la retórica de quien no puede amarla, y la inarticulación causada por el desespero del que la ama en demasía. Un vocabulario, maldita sea, que hace de mi sofística vacía un truco barato.

Hazlo porque la chica que lee entiende de sintaxis. La literatura le ha enseñado que los momentos de ternura llegan en intervalos esporádicos pero predecibles y que la vida no es plana. Sabe y exige, como corresponde, que el flujo de la vida venga con una corriente de decepción. Una chica que ha leído sobre las reglas de la sintaxis conoce las pausas irregulares –la vacilación en la respiración– que acompañan a la mentira. Sabe cuál es la diferencia entre un episodio de rabia aislado y los hábitos a los que se aferra alguien cuyo amargo cinismo countinuará, sin razón y sin propósito, después de que ella haya empacado sus maletas y pronunciado un inseguro adiós. Tiene claro que en su vida no seré más que unos puntos suspensivos y no una etapa, y por eso sigue su camino, porque la sintaxis le permite reconocer el ritmo y la cadencia de una vida bien vivida.

Sal con una chica que no lee porque la que sí lo hace sabe de la importancia de la trama y puede rastrear los límites del prólogo y los agudos picos del clímax; los siente en la piel. Será paciente en caso de que haya pausas o intermedios, e intentará acelerar el desenlace. Pero sobre todo, la chica que lee conoce el inevitable significado de un final y se siente cómoda en ellos, pues se ha despedido ya de miles de héroes con apenas una pizca de tristeza.

No salgas con una chica que lee porque ellas han aprendido a contar historias. Tú con la Joyce, con la Nabokov, con la Woolf; tú en una biblioteca, o parado en la estación del metro, tal vez sentado en la mesa de la esquina de un café, o mirando por la ventana de tu cuarto. Tú, el que me ha hecho la vida tan difícil. La lectora se ha convertido en una espectadora más de su vida y la ha llenado de significado. Insiste en que la narrativa de su historia es magnífica, variada, completa; en que los personajes secundarios son coloridos y el estilo atrevido. Tú, la chica que lee, me hace querer ser todo lo que no soy. Pero soy débil y te fallaré porque tú has soñado, como corresponde, con alguien mejor que yo y no aceptarás la vida que te describí al comienzo de este escrito. No te resignarás a vivir sin pasión, sin perfección, a llevar una vida que no sea digna de ser narrada. Por eso, largo de aquí, chica que lee; coge el siguiente tren que te lleve al sur y llévate a tu Hemingway contigo. Te odio, de verdad te odio.


Sal con una chica que lee (Por Rosemary Urquico)

Sal con alguien que se gasta todo su dinero en libros y no en ropa, y que tiene problemas de espacio en el clóset porque ha comprado demasiados. Invita a salir a una chica que tiene una lista de libros por leer y que desde los doce años ha tenido una tarjeta de suscripción a una biblioteca.

Encuentra una chica que lee. Sabrás que es una ávida lectora porque en su maleta siempre llevará un libro que aún no ha comenzado a leer. Es la que siempre mira amorosamente los estantes de las librerías, la que grita en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica un tanto extraña oliendo las páginas de un libro viejo en una librería de segunda mano? Es la lectora. Nunca puede resistirse a oler las páginas de un libro, y más si están amarillas.

Es la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema deslactosada ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.

Invítala a otra taza de café y dile qué opinas de Murakami. Averigua si fue capaz de terminar el primer capítulo de Fellowship y sé consciente de que si te dice que entendió el Ulises de Joyce lo hace solo para parecer inteligente. Pregúntale si le encanta Alicia o si quisiera ser ella.

Es fácil salir con una chica que lee. Regálale libros en su cumpleaños, de Navidad y en cada aniversario. Dale un regalo de palabras, bien sea en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a Pound, a Sexton, a Cummings y hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y ficción pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a su libro favorito. No será culpa tuya si lo hace.

Por lo menos tiene que intentarlo.

Miéntele, si entiende de sintaxis también comprenderá tu necesidad de mentirle. Detrás de las palabras hay otras cosas: motivación, valor, matiz, diálogo; no será el fin del mundo.

Fállale. La lectora sabe que el fracaso lleva al clímax y que todo tiene un final, pero también entiende que siempre existe la posibilidad de escribirle una segunda parte a la historia y que se puede volver a empezar una y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También es consciente de que durante la vida habrá que toparse con uno o dos villanos.

¿Por qué tener miedo de lo que no eres? Las chicas que leen saben que las personas maduran, lo mismo que los personajes de un cuento o una novela, excepción hecha de los protagonistas de la saga Crepúsculo.

Si te llegas a encontrar una chica que lee mantenla cerca, y cuando a las dos de la mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su pecho, prepárale una taza de té y consiéntela. Es probable que la pierdas durante un par de horas pero siempre va a regresar a ti. Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que, por un tiempo, siempre lo son.

Le propondrás matrimonio durante un viaje en globo o en medio de un concierto de rock, o quizás formularás la pregunta por absoluta casualidad la próxima vez que se enferme; puede que hasta sea por Skype.

Sonreirás con tal fuerza que te preguntarás por qué tu corazón no ha estallado todavía haciendo que la sangre ruede por tu pecho. Escribirás la historia de ustedes, tendrán hijos con nombres extraños y gustos aún más raros. Ella les leerá a tus hijos The Cat in the Hat y Aslan, e incluso puede que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los inviernos de la vejez y ella recitará los poemas de Keats en un susurro mientras tú sacudes la nieve de tus botas.

Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.


O mejor aún, a una que escriba.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Mítica

De ilusión también se vive, ¿no?


Vuelvo a las andadas y me vomito gritando un sueño. No me quedan balas. Si me despierto y sigo durmiendo no me des la espalda, que me acomplejas con tu mirada. No me pasa nada. Que si me paras los pies...

Creo que va a estallar una olla a presión dentro de mi cabeza. Creo que estoy decayendo, me muero de rabia, ¡dame otra cerveza! No me miento. No sé. No quiero comerme el mono a pulso. Creo que debes marcharte, no sea que te grite y te mueras del susto. Y si quieres...
[...]

Ya no me sale el sol. No me quito la ropa ni al acostarme. Me come la desidia, y pa que no te toque, tendrás que atarme. Se me ha ido el color y hablo en blanco y negro de tanto mirarme. Muéstrame una sonrisa si por esta noche tú quieres salvarme.

[...]

Puede que no valga mi sonrisa de oreja a oreja. Vuelvo a mi almohada a seguir nadando en cerveza. Vuelvo a las andadas y me vomito gritando un sueño. Un sueño que está vivo y que vive por dentro. Una rama de olivo que crece en el desierto. Un grito que se escapa de una garganta muda. O el sol de la mañana deslumbrándose en tu piel desnuda.

Vuelvo a las andadas y me vomito gritando un sueño. No me quedan balas. Si me despierto y sigo durmiendo no me des la espalda, que me acomplejas con tu mirada. Y no me pasa nada. Que si me paras los pies...


Que si me paras los pies, me salen alas. 





martes, 15 de noviembre de 2011

La inocencia perdida y encontrada, Capítulo I

Me creía un héroe de novela, prefería ser el caballero de corcel blanco que rescata a la princesa de largas trenzas del torreón custodiado por un dragón enorme, a ser la princesa que debía esperar a su charming knight. Parecía más divertido que llorar en una habitación oscura y contemplar la inmensidad del mundo desde una ventana repleta de barrotes. Pero luego la gente te dice que no, que tú tienes que ser la princesa y esperar a que el príncipe te rescate. Y más tarde, te dicen que por no ser, no vas a ser ni princesa. Te cortan el hilo del globo y te hacen caer de bruces contra las frías losas del mundo real.

Y años después, en un curso al que te apuntas por hacer algo distinto, alguien te dice que no estabas equivocado, que puedes seguir soñando, que no te creas lo que te digan a pies juntillas, y te animan a conseguir todo lo que te propongas. La verdad es que ya antes pensaba hacer oídos sordos de todas esas críticas tan duras, y mi objetivo primordial era volver a atar los retales del hilo que me sujetaba a mis sueños, y seguir adelante con o sin ayuda. Pero se agradece enormemente el esfuerzo que hacen algunos por mantener las ilusiones de la gente latentes, e intentar que no se pierdan en el olvido. 
Por mi parte, la meta está clara: Esta semana termino la novela. Van ciento doce páginas y por meterme, a la camisa se le están multiplicando las once varas, y estoy completamente dentro y no sé cómo voy a salir. Ingenio, ¡acude! Buscaré la salida y la encontraré. Porque me lo propuse, y porque si quiero, puedo.

Y tú, ¿quieres o no?



Obstáculos: De pequeña me dijeron que bailaba como un pato mareado. Yo me lo creí y me daba pánico escénico.
Implicaciones: Muchas horas de interpretación, y más aún de ver las películas y fijarme en todos los detalles. Intentar hacer algo al respecto para que no me sudaran las manos y me dieran escalofríos al subirme en un escenario (tales como provocar situaciones en las que uno suele pasar vergüenza y obligarme a sobreponerme: karaokes, etc.)
Resultado final: Papel de "Six-girl" en el musical de Chicago (2008) y protagonista en Grease (2007). Foto: Escena "All that jazz" del musical de Chicago, 16 años.



Obstáculos: Constantes "tía, ¿no te va a dar vergüenza?" / "Carla, ¡te va a a ver todo el instituto!"
Implicaciones: Horas y horas cantando en mi habitación, la vecina del tercero bajando a decirme que le duele la cabeza, yo buscando descampados para poder gritar sin molestar a nadie, imaginarme cuando estaba allí que no existía absolutamente nada a mi alrededor más que el micro y yo.
Resultado final: ¡Ganamos el concurso del instituto y nos fuimos a Terra Mítica! (Y la prueba de escenario ganada durante todos los años que estuve en el instituto). Foto: Santo Tomás de Aquino, 16 años.




Obstáculos: una madre que no paraba de gritar "no quiero que ensayes con chicos, no quiero que pierdas tiempo, ¡tienes que estudiar!"
Implicaciones: Ensayos todas las semanas los martes, los jueves y los domingos. El domingo, día antes de selectividad, encerrada en una sala durante horas cantando, en vez de estar repasándome los bacteriófagos y el virus del VIH, mientras de cara a la galería yo estaba en "la biblioteca".
Resultado final: Conciertazo en el jardín de la Seda el 27 de junio de 2009. Foto: conciertazo en el jardín de la seda el 29 de junio de 2009, yo misma con 17 añitos. Por cierto, mis padres se enteraron el mismo día por la mañana, y al final estuvieron allí (y en selectividad saqué 8.04 ^_^)



Obstáculos: Una madre hipocondriaca v2.0 con agobio crónico de pensar que su hija puede estar a más de un kilómetro a la redonda de casa.
Implicaciones: La excusa más improvisada del siglo. "Mamá, no hay mejor manera de aprender inglés que escuchando música". Pero así, así de absurdo.
 Resultado final: Viaje en autobús desde Murcia hasta el norte de Alemania para estar en un festival tremendo. Foto: Wacken Open Air 2010, 18 años.


Metas a corto plazo---> Just like this: ¡La novela más surrealista de la historia!


*

Y para terminar, añado una historia que me contaron ayer en el curso de Creatividad que recomiendo a todo el mundo:

Estaban dos niños jugando en un parque. De repente, una rama cayó de un árbol, atrapando a uno de los dos niños, presionando su pierna e impidiéndole deshacerse de ella por el tamaño y el peso. El otro niño, que no veía a nadie a su alrededor comenzó a gritar pidiendo auxilio, pero viendo que nadie aparecía, y agobiado por los gritos de dolor del chiquillo, empezó a forcejear y consiguió levantar la rama y liberar a su amigo. Cuando la gente se percató de lo que ocurría aparecieron en su ayuda, pero el problema ya estaba resuelto. Al ver que el niño había movido la rama solito, todos se preguntaban: ¿Cómo ha podido hacerlo? ¡Si la rama pesa casi más que él! ¡Es imposible! ¿Cómo lo habrá hecho? Y un hombre que pasaba por allí y había visto la escena les dijo: Os diré lo que ha pasado, yo lo he visto todo. Todos le preguntaban, incrédulos, para que este señor les diera una respuesta. El hombre, con voz alta y clara les contestó:

Lo consiguió porque no hubo nadie allí que le dijera que no podía hacerlo.

;)

Así que después de este momento-de-contar-mi-vida, me despido con una canción del último disco de Extremoduro que me recuerda mucho a esas personas que consiguen ver el lado bueno de todo y contagian su positivismo a los que las rodean de tal manera, que quisiéramos cambiar sólo con escucharlos:

 Se le nota en la voz, por dentro es de colores.
Y le sobra el valor que le falta a mis noches.
Y se juega la vida siempre en causas perdidas.

Ojalá que me la encuentre allí entre tantas flores.
Ojalá que se llame Amapola, que me coja la mano
y me diga que sola no comprende la vida, no.
Y que me pida ¡más, más, más, más, más, dame más!
Y que me pida...

Es capaz de nadar en el mar más profundo.
Igual que un superhéroe, de salvar al mundo.
Donde rompen las olas salva a una caracola.

Ojalá que me despierte y no busque razones.
Ojalá que empezara de cero y poderle decir
que he pasado la vida sin saber que la espero, no.
Y sin que me pida, ¡más, más, más, más, más, dame más!
Y sin que me pida...
Si te vas, me quedo en esta calle sin salida,
sin salida.
Que este bar está cansado ya de despedidas,
de despedidas.

Como un extraterrestre se posa en el suelo
y me ofrece regalos que trae de otros cielos.
Le regalo una piedra, recuerdo de La Tierra.

Me pregunta por qué el hombre inventó la guerra
y en silencio pregunta aún de cosas más serias.
¡Yo me pongo palote sólo con que me toque!
(asumamos que sigue siendo Extremoduro xD)

¿Dónde vamos tan deprisa? -Me pregunta su sonrisa.
-Si tú quieres, tengo el plan:
Caminar, salvo que salga el sol,
por donde salga el sol, ¿qué más me da?
Y llegar hasta tu corazón,
salvo que salga el sol.

Si esta tarde no he venido,
es que ha habido un impedimento.
Me llevaron detenido
para hacer un declaramiento:
¡He robado, he mentido
y he matado también al tiempo!
¡Y he buscado en lo prohibido
por tener buenos alimentos!

Y es que la realidad que necesito
se ha ido detrás de ese culito
(Extremoduro v2.0)

Que delante de mí se paró por fin
un día con una noche oscura
esperando por ver si saliera la luna. 

Déjate querer, dímelo otra vez:
un día con una noche oscura
esperando por ver si saliera la luna.
Ay, luna...

Quédate muy cerca de mí
y así los dos, dulce madrugada.
Mírame, y vuelve a sonreír,
que si no, yo, no comprendo nada.




Romeo & Juliet

My life were better ended by their hate
than death prorogued, wanting of thy love.

¡Buenos días desde el ALA Pelícano!

lunes, 14 de noviembre de 2011

Ya ves (Ismael Serrano)

Ya ves, a veces me canso de ser hombre y también me agota escuchar que todo va bien, y ver tristes hombres mirando al sur, y no existir si no me miras tú.

Ya ves, a veces me canso de perderte y saber que estamos solos y no va a volver Guevara para darme la razón de no verte tendida en mi colchón.

Y mientras tanto, estrépito de andamios, pateras y naufragios, desvelan nuestro sueño. Y mientras tanto, si hoy se cae la Habana, el día de mañana, ¿quién será nuestro dueño?

Así yo canto para recordar que sigues a mi lado, que aún sueñas despierta porque así vencemos el cansancio. 
Así yo canto para recordar que aún seguimos vivos: si no ves más allá de tu horizonte, estaremos perdidos.

Ya ves, a veces me canso de ser libre. De ser libre para venderme y caer muerto donde mi libertad prefiera, siempre al otro lado de tu frontera. 


Ya ves, a veces me canso de mí y de no tener valor para buscarte y cometer todo delito que este amor exija. ¡Quieta ahí! ¡Tus labios, o la vida!


[...]

sábado, 12 de noviembre de 2011

Lullaby (The Cure)

Y mirad que por la letra debería dar mal rollo, pero cada vez que escucho la música y la voz de este hombre pienso: Mmm... Sexy.

I spy something beginning with... Ssss...

On candystripe legs the spiderman comes, softly through the shadow of the evening sun, stealing past the windows of the blissfully dead, looking for the victim shivering in bed. Searching out fear in the gathering gloom and... suddenly a movement in the corner of the room! And there is nothing I can do when I realize with fright that the spiderman is having me for dinner tonight...


Quietly he laughs and shaking his head, creeps closer now, closer to the foot of the bed. And softer than shadow and quicker than flies his arms are all around me and his tongue in my eyes...
"Be still, be calm, be quiet now my precious boy... Don´t struggle like that or I will only love you more... For it´s much too late to get away or turn on the light: The spiderman is having you for dinner tonight!"

And I feel like I´m being eaten by a thousand million shivering furry holes, and I know that in the morning I will wake up in the shivering cold...

And the spiderman is always... hungry...


jueves, 10 de noviembre de 2011

A orillas de tu vientre

La primera vez que leí este poema fue, como muchos se pueden imaginar, en 2º de Bachiller, porque entraba en Selectividad la antología poética de Miguel Hernández. Me hizo mucha gracia y hubo mucho jijí jajá en mi clase al respecto, porque a fin de cuentas, éramos como niños, pero sin el como. Con todo y con eso, me acabó gustando bastante, y más dado que la poesía de este hombre en general no me gusta, porque los temas de campo y naturaleza no me llaman demasiado. Soy demasiado sensiblera, y me parece que por la dinámica de las entradas, se va notando ( ¡Cachis! ¡Yo que quería ir de tía dura!).

¿Qué exaltaré en la tierra que no sea algo tuyo?
A mi lecho de ausente me echo como a una cruz
de solitarias lunas del deseo, y exalto
la orilla de tu vientre.
Clavellina del valle que provocan tus piernas.
Granada que ha rasgado de plenitud su boca.
Trémula zarzamora suavemente dentada
donde vivo arrojado.
Arrojado y fugaz como el pez generoso,
ansioso de que el agua, la lenta acción del agua
lo devaste: sepulte su decisión eléctrica
de fértiles relámpagos.
Aún me estremece el choque primero de los dos;
cuando hicimos pedazos la luna a dentelladas,
impulsamos las sábanas a un abril de amapolas,
nos inspiraba el mar.
Soto que atrae, umbría de vello casi en llamas,
dentellada tenaz que siento en lo más hondo,
vertiginoso abismo que me recoge, loco
de la lúcida muerte.
Túnel por el que a ciegas me aferro a tus entrañas.
Recóndito lucero tras una madreselva
hacia donde la espuma se agolpa, arrebatada
del íntimo destino.
En ti tiene el oasis su más ansiado huerto:
el clavel y el jazmín se entrelazan, se ahogan.
De ti son tantos siglos de muerte, de locura,
como te han sucedido.
Corazón de la tierra, centro del universo,
todo se atorbellina, con afán de satélite
en torno a ti, pupila del sol que te entreabres
en la flor del manzano.
Ventana que da al mar, a una diáfana muerte
cada vez más profunda, más azul y anchurosa.
Su hálito de infinito propaga los espacios
entre tú y yo y el fuego.
Trágame, leve hoyo donde avanzo y me entierro.
La losa que me cubra sea tu vientre leve,
la madera tu carne, la bóveda tu ombligo,
la eternidad la orilla.
En ti me precipito como en la inmensidad
de un mediodía claro de sangre submarina,
mientras el delirante hoyo se hunde en el mar,
y el clamor se hace hombre.
Por ti logro en tu centro la libertad del astro.
En ti nos acoplamos como dos eslabones,
tú poseedora y yo. Y así somos cadena:
mortalmente abrazados.

Miguel Hernández.

Don´t Stop Me Now (Queen)

I´m a shooting star leaping through the sky, like a tiger defying the laws of gravity. I´m a racing car passing by like Lady Godiva. I´m gona go! go! go! There´s no stopping me!


I´m burning through the sky, yeah
two hundred degrees
that´s why they call me Mr Fahrenheit
I´m trav´ling at the speed of light
I wanna make a supersonic man out of you!


Con dedicatoria a Víctor incluida, que sé que le encanta esta canción, y que si no le digo que he puesto una foto nuestra, no se va a meter aquí aunque pase con una bocina por su casa a gritarle el nombre del blog :P

miércoles, 9 de noviembre de 2011

El lobo estepario (Hermann Hesse)

Tengo que reconocer que no lo he terminado, porque me coincidió con los exámenes de junio y cuando pude retomarlo, había pasado demasiado tiempo como para acordarme de todos los detalles, y demasiado poco para empezarlo de nuevo con ganas. En breves lo empezaré de nuevo, y si tengo que actualizar esta entrada, pues la actualizaré, o bien haré un inciso a propósito de ésta en alguna posterior.

El estilo no era muy de mi gusto, porque se torraba mucho con las descripciones, que están genial para situarte y darte a conocer a los personajes, pero algunas cosas me parecían completamente irrelevantes (a lo mejor luego no lo son, who knows). El caso es que eso contribuyó quizá a que no me enganchara demasiado, pero de todos modos, lo empecé porque leí un fragmento, que posiblemente sea del final del libro, en una ocasión que me dejó llorando a lágrima viva, y no soy una persona de lágrima fácil, así que sólo por eso se merecía una oportunidad (y se la sigue mereciendo). Lo dejo aquí porque esta tarde especialmente necesitaba volver a leerlo:

"-Entonces, ¿hay que morir, lobo estepario?

-¡Creo que sí! Yo estoy muy satisfecho de mi ventura, aún puedo soportarla durante una temporada. Pero cuando la dicha me deja alguna vez una hora de tiempo para estar despierto, para sentir anhelos íntimos, entonces todo mi anhelo no se cifra en conservar por siempre esta ventura, sino en volver a sufrir, aunque más bella y menos miserablemente que antes. [...]

- Tú, Harry, has sido un artista y un pensador, un hombre lleno de alegría y de fe, siempre tras la huella de lo grande y de lo eterno, nunca satisfecho con lo bonito y lo minúsculo. Pero cuanto más te ha despertado la vida y te ha conducido hacia ti mismo, más ha ido aumentando tu miseria y tanto más hondamente te has sumido hasta el cuello en pesares, temor y desesperanza, y todo lo que tú en otro tiempo has conocido, amado y venerado como hermoso y santo, toda tu antigua fe en los hombres y en nuestro alto destino, no ha podido ayudarte, ha perdido su valor y se ha hecho añicos. Tu fe ya no tenía aire para respirar. Y la asfixia es una muerte muy dura. ¿Es exacto Harry? ¿Es ésta tu suerte?

Yo asentía y asentía.

-Tú llevabas dentro de ti una imagen de la vida, estabas dispuesto a hechos, a sufrimientos y sacrificios, y entonces fuiste notando poco a poco que el mundo no exigía de ti hechos ningunos, ni sacrificios, ni nada de eso, que la vida no es una epopeya con figuras de héroes y cosas por el estilo, sino una buena habitación burguesa, en donde uno está perfectamente satisfecho con la comida y la bebida, con el café y la calceta, con el juego de tarot y la música de la radio. Y el que ama y lleva dentro de sí lo otro, lo heroico y bello, la veneración de los grandes poetas o la veneración de los santos, ése es un necio y un quijote. [...] Tienes razón, lobo estepario, mil veces razón, y, sin embargo, has de sucumbir. Para este mundo sencillo de hoy, cómodo y satisfecho con tan poco, eres tú demasiado exigente y hambriento; el mundo te rechaza, tienes para él una dimensión de mas. El que hoy quiera vivir y alegrarse de su vida, no ha de ser un hombre como tú ni como yo. El que en lugar de chinchín exija música, en lugar de placer alegría, en lugar de dinero alma, en vez de loca actividad verdadero trabajo, en vez de jugueteo pura pasión, para ése no es hogar este bonito mundo que padecemos... [...]Siempre ha sido así y siempre será igual, que el tiempo y el mundo, el dinero y el poder, pertenecen a los mediocres y superficiales, y a los otros, a los verdaderos hombres, no les pertenece nada. Nada más que la muerte.

-¿Fuera de eso, nada en absoluto?

-Si, la eternidad.

-¿Quieres decir el nombre, la fama para edades futuras?

-No, lobito; la fama, no. ¿Tiene ésta, acaso, algún valor? [...] La comunión de los santos, que en otro tiempo era representada por los pintores dentro de un cielo de oro, radiante, hermosa y apacible, no es otra cosa que lo que yo antes he llamado la «eternidad». Es el reino más allá del tiempo y de la apariencia. Allá pertenecemos nosotros, allí está nuestra patria, hacia ella tiende nuestro corazón, lobo estepario, y por eso anhelamos la muerte."






...Mais j´ai depuis longtemps perdu mes rêves: je connais trop la danse. Comme toujours, il est huit heures du soir, j´ai dormi tout le jour mais je sais qu´on est quelques milliards à chercher l´amour.